Próxima parada… ¡Ibiza!

En este segundo capítulo de nuestro particular “diario de a bordo”, no dejamos las islas Baleares. Sólo nos trasladamos unos quilómetros al oeste del mar Mediterráneo, donde se encuentra nuestro próximo destino… ¡Ibiza!
La “Isla Blanca”, la llaman así por la multitud de casa blancas que pueblan el paisaje, es conocida mundialmente por su ferviente vida nocturna, más que por su belleza arquitectónica o paisajística. Nada más lejos de la realidad, ya que sus calas han sido reconocidas, ni más ni menos, ¡patrimonio de la humanidad por la UNESCO! Entre ellas, destacan, al sur, la Playa d’en Bossa, con pequeños islotes llamados Islas Malvinas divisándose en el horizonte y, al norte, Cala Talamanca y la espectacular Cala Llonga.
Para los que rehúyen del gentío y buscan un poco de tranquilidad, en Santa Eulalia del Río (Santa Eulària des Riu) la encontrarán. Este pintoresco pueblo de pescadores se ha convertido en uno de los destinos preferidos por las familias que visitan la isla, y no sin razón, pues se sitúa en una zona de tranquilas y bellísimas playas, como las de Santa Eulalia, Cala Blanca o Es Canar, desde las que se puede disfrutar de una vista inigualable del mar Mediterráneo.
Para los más noctámbulos, la isla, haciendo honor a su reputación, tiene multitud de locales donde pasar noches interminables de fiesta y diversión. En la capital, Ibiza, la fiesta se concentra en la conocida calle Barcelona, que es desde hace años el corazón del puerto y punto de encuentro para tomar una copa y partir hacia las más de 40 discotecas que tiene la isla. Y si estás en San Antonio Abad (Sant Antoni de Portmany) , tan sólo necesitas salir a la calle para ver uno de los numerosísimos pubs o discotecas que hay repartidos por toda la población.
¿Sabías que? Ibiza se hizo mundialmente conocida en los años 60, gracias al movimiento hippy. Hoy en día quedan todavía algunas colonias hippies en la isla, pero su estilo de vida se puede ver perfectamente reflejado en los numerosos mercadillos hippies que ocupan los estrechos callejones de la capital. Vale la pena darles un vistazo, ya que puedes encontrar de todo: desde los típicos vestidos ibicencos (siempre de moda), hasta mocasines de cuero hechos a medida y una variedad tentadora de bisutería de plata.
Después de las compras, puedes relajarte un rato al aire libre en una de las numerosas terrazas de la capital y disfrutar de un buen manjar. La dieta ibicenca, inspirada en la mediterránea, está hecha a base de pescados, arroces, verduras y hortalizas. Para aquellos que no se conforman con poco, vale la pena probar uno de los platos más típicos: el Sofrit de pagès, hecho a base de cordero, pollo, patatas, butifarra, picada de almendras y sofrito.
¡Riquísimo!